El Cello Concerto de Edward Elgar (1919) abandona la
opulencia eduardiana de sus trabajos anteriores a la Gran Guerra hacia un
íntimo y austero tratamiento orquestal que enfatiza la soledad del solista sin oscurecerlo a pesar de su gran tamaño.
Un poema introvertido y conciso, una elegía para un mundo y una forma de vida
perdidos, con libertad para mostrar su melancolía, desilusión y tristeza.
Los cuatro
movimientos se subdividen en secciones de ánimo inestable, como una sucesión de
intermezzi en los que el cello hace
de narrador y protagonista:
I. El Adagio -
moderato se abre con una declamación angustiada del solista (compases 1-8),
al que la orquesta consuela con un primer sujeto cantado rítmicamente como una
nana, en cuyas modulaciones las pasiones se inflaman (cc. 9-46). Tras un breve puente
(cc. 47-54) vientos y cello insuflan el pastoral segundo tema, una mirada
anhelante a la juventud añorada (cc. 55-74). Luego de una transición (cc.
75-79) el solista retorna a una florecida primera parte como un recitativo
acompañado que oscila entre la ternura y la violencia (cc. 80-105), enlazando
sin pausa al …
II. Lento - allegro molto: Desde la
penumbra, el cello balbucea en busca de un indeciso scherzo, aceptado solo después de varios rechazos, un breve y
elegante motivo con una parte orquestal mínima, donde el sujeto principal fantasea,
y el cantabile segundo sujeto se oculta bajo las sombras. El juego se repite y
se interrumpe, cual vuelo de libélula, involucrando al segundo motivo hasta un punto
final alegre y bellamente ponderado, memoria de días más felices. Introducción
(cc. 1-15); tema I (cc. 17-39); tema II (cc. 40-47); tema I (cc. 48-77); tema
II (cc. 78-85); tema I (86-103); coda (cc. 104-129).
III Tres células que
suben lentamente y un marcado descenso de tres notas introducen el único tema
del breve Adagio, una amplia melodía
iniciada por el solista y apoyada por la orquesta, que ostenta la firma
elgariana de los amplios intervalos. Iniciando una repetición completa, la
orquesta se involucra activamente. El violonchelo proporciona una breve coda
que lleva a una repetición de las frases introductorias, donde Elgar declara una
pérdida sin medida en esas notas finales portato
y detenidas sobre la dominante. Introducción (cc. 1-8); tema en si bemol mayor
(cc. 8-26); tema en la mayor (cc. 26-44); tema en mi bemol mayor (cc. 44-52);
coda (cc. 53-60).
IV. Allegro - moderato - allegro ma non troppo - poco più lento - adagio: La respuesta al adagio
es una peligrosa y enérgica marcha en la orquesta, más sinfónica y de un heroismo
inseguro. El desconcertado cello retorna al soliloquio desolado (introducción,
cc. 1-19), pero la orquesta insiste, por lo que juntos entrelazan bulliciosamente
elementos de rondó y sonata, pompa y circunstancia (exposición, cc. 20-83). El
desarrollo (cc. 84-196) consta de repeticiones secuenciales en patrón de
semicorcheas. Tras la recapitulación (cc. 197-280), la angustia se entromete gradual
y wagnerianamente en la coda (cc. 281-352), obligando al violonchelo en un
momento de pesadumbre suprema a recordar el desesperado enojo del comienzo,
núcleo del concierto donde el mensaje cristaliza antes de la conclusión abrupta,
contundente y superficial.
Al comenzar la primera
grabación completa en 1928 (los mismos intérpretes habían abordado una drásticamente
abreviada en 1919) Elgar alentó a la solista: “Don’t mind about the notes or anything. Give ‘em the spirit”. Y Beatrice
Harrison comienza fluida, directa y sin adornos, con un vibrato estrecho y
reservado para cuidadosa y paulatinamente ganar amplitud, inflexión dinámica y
flexibilidad, impulsando su expresividad en los momentos lentos y en el gran
portamento final. En el adagio la solista
intenta incrementar el pulso metronómico mientras Elgar pugna por mantener las
riendas rítmicas; en el stringendo molto (c. 31 y ss.) se da una extrema aceleración
desconocida en las grabaciones posteriores. Irresistible el frenesí con que la solista
y la sección de cellos enlazan su línea al unísono en la recapitulación (cc.
197 y ss.), con el trombón en glissando cercano a la caricatura grotesca, un entusiasmo
que indica que Elgar no conceptualiza como tragedia la pérdida de coordinación
y claridad en los pasajes orquestales. Como era norma en la época, Elgar es impredeciblemente
elástico en tempi y fraseo (a veces en desacuerdo con sus propias
marcaciones en la partitura), con un uso pronunciado del vibrato y menos obvio
del portamento. La entonación de The New Symphony Orchestra (nombre que encubre
a la agrupación del Royal Albert Hall) no siempre es perfecta, los atriles de
graves van retrasados a veces, y cumple con la característica heterogenidad
contemporánea de timbres en los vientos. La restauración de Dutton ha mejorado
ostensiblemente las ediciones de EMI o Naxos, ensanchando la amplitud y fortaleciendo
los graves.
Aunque sin duda Adrian
Boult tenía un concepto más restringidamente británico de la obra, apoya
fielmente a Pau Casals en sus meandros retóricos y sentimentales, en las inflexiones
rapsódicas y en los acentos dinámicos y rítmicos en casi cada compás, y da
innumerables oportunidades para que el concierto sea tocado como música de
cámara, con el cello asumiendo el rol de primus
inter pares. Una personalísima visión romántica de plasticidad, vigor muscular,
ataques variados y entonación ajustada a las demandas armónicas, con secciones
profundamente meditativas, que impuso durante décadas una tradición bien alejada
del canon elgariano pero que el propio compositor aprobó y disfrutó en
concierto en los años 30. La estridente cuerda de la BBC Symphony Orchestra pierde
su configuración antifonal en la toma monofónica de 1945 (EMI), que recoge
alguno de los célebres gemidos del solista, quien solía bromear con la
posibillidad de duplicar el precio de sus discos ya que, además de lo
instrumental, ofrecían un bonus vocal.
Quizás sea
acertado ignorar todas las adhesiones sobre el trágico destino de Jacqueline Du
Pré, responsable de la consolidación de la obra en el repertorio e influencia consciente
sobre varias generaciones de violonchelistas. Escogiendo velocidades
parsimoniosas y dinámicas atrevidas, comunica su intuición nativa y honesta con
su timbre hermoso (a sus veinte años empleaba el Stradivarius de 1712 conocido
como Davidov), libremente romántico con anticuados portamenti, hiperactividad plástica, furia adolescente y exasperada:
intensidad elocuente y alegría contagiosa en el scherzo; expresiva en el adagio y desafiante en el final. John
Barbirolli, que había tocado en la misma London Symphony Orchestra en su premiére, logra una comunión milagrosa
con el acompañamiento, de pianissimi
susurrados, asimilado a un orfeón que refuerza el tono dramático y solitario
del cello. Escuchando el flamante documento jamás podríamos sospechar que su
conjunción necesitó de treinta y siete tomas (EMI, 1965).
Más discutibles sus
ardorosas grabaciones posteriores: En una, porque la urgencia de la solista se
libera inmediatamente y Barbirolli tiene dificultades para encauzar a la
orquesta en su impaciente persecución (BBC Symphony Orchestra, Testament, 1967);
en la otra, porque la desesperanza carga su nuevo y moderno instrumento, y quizás
resulta magnéticamente exagerada, especialmente en su contraste con el
cuidadoso Barenboim (Philadelphia Orchestra, CBS, 1970).
No solo la
influencia conceptual de Yo-Yo Ma es evidente, también es muy diferente el sonido
del mismo Davidov de Du Pré: Ma en vez de atacarlo lo engatusa, lo perfuma con
fantasía y lo acuarela con distinción, refinamiento y nobleza. Florido arranque
del primer movimiento, al límite de la audibilidad, y misterioso el volátil scherzo que ofrenda una clase magistral en
la escrupulosa marcación dinámica, en la entonación y articulación de las coloridas
y desvergonzadas semicorcheas. Mientras la música progresa, Ma siente la
necesidad de regodearse en una especie de manierismo retórico, concluyendo cada
nota de importancia significativa con un roce del arco. André
Previn teje un soñador tapiz sonoro con la London Symphony Orchestra, acomodando
las frases a la expresión del solista, muy integrado en la toma orquestal (Sony,
1985). Juntos conjugan las transiciones entre secciones de manera muy natural.
Pieter Wispelwey
avisa en el libreto del disco acerca del peligro que supone intentar una
lectura propia, ajena al canon Du Pré-Barbirolli. Afortunadamente su
individualidad, su experiencia en la corriente historicista, y su sonido
característico, murmurado y dolorosamente restringido, ofrecen una óptica sincera
e inteligente. Primer movimiento riguroso, recuperando los briosos tempi del propio Elgar. La apertura del scherzo, a veces un eslabón débil, asfalta
con gran aplomo la senda lógica hacia el allegro
molto. Adagio cual meditación
concentrada, de intensidad minimalista. Jac van Steen consigue de la Netherlands
Radio Philharmonic un acompañamiento muy afable, dúctil e imaginativo,
equilibrando pedagógicamente secciones en una estructura homogénea innerente a
la obra, con intimidad camerística y transparencia de los vientos. Perspectiva
panorámica, puntillista y minuciosa en cada detalle instrumental (Channel,
1998).
Inmaculadas las
semicorcheas del scherzo, de finura
mendelssohniana, resbalando en el dorado timbre que logra Sol Gabetta; y
brillante el estilo dialogado en el desarrollo del último movimiento entre dos
voces contrastadas: Una se caracteriza por arcos cortos marcato y breve portamenti;
la otra, más carnosa, con frecuente y lozano portamento. Este
enfatizado fraseo desemboca en las modulaciones murmuradas de la coda. Grabación
empastada y rotunda de un concierto (RCA, 2009) a cargo de una Danish National Symphony
Orchestra pastoreada de guisa elegante y bellamente redondeada en las maderas por
Mario Venzago.
Jean-Ghihen Queyras
concibe una pulida, tierna y sofisticada remembranza: Aporta discreción y
primor aristocrático (corcheas con puntillo en c. 31), y emplea el recurso del
vibrato, muy jugoso, como elección expresiva y no automática. Primer tema
calmado, de perfecta limpieza técnica en entonación, ataque y articulación; adagio de atmósfera nocturnal y
schummanesca, con la textura polifónica orquestal densa y oscura, pero sin caer
en la angustia mahleriana. El también violonchelista de formación Jiri Bělohlávek
conquista una profundidad verosímil de las detalladas reacciones de la BBC
Symphony Orchestra, al modo de un coro helénico en la sombra (HM, 2012). Un
Elgar contemporáneo, el primer inglés progresista.
Steven Isserlis
parametriza su lectura hacia la introspección monacal (sin llegar a la sobriedad
suprema de Starker), en torno a la pureza clásica y la delicadeza sensible
sobre un fraseo rapsódico, si bien reposadamente brahmsiano. Primer movimiento
muy ágil, casi al nivel del propio Elgar. En el adagio rescata la profunda y desolada emoción sin sentimentalidad
excesiva de la pionera grabación de Harrison. Los implorantes y devastadores
compases que siguen al poco più lento
del finale desprenden una hipnótica fragilidad. Donde la última mirada en la coda
de Du Pré era atormentada y la de Queyras desafiante, la de Isserlis es
resignada, y subraya la coherencia de la estructura arquitectónica. La siempre
colosal, y de alguna forma amenazadora, Philharmonia Orchestra comandada por
Paavo Järvi, está perfectamente equilibrada con el timbre radiante y de ricos
graves que proporcionan las cuerdas de tripa del instrumento solista (Hyperion,
2014).
otra version Tim Hugh , con Northern Sinfonia, Howard Griffiths : https://www.mediafire.com/file/mf46u4idilzhbdl/Brill.CCE11.rar/file
ResponderEliminarGracias, Aldo. Pero he encontrado el booklet del disco y refiere los intérpretes como Kliegel, con la Royal Philharmonic Orchestra y Halász (1991). ¿Podrías confirmar tu información?
EliminarHola, aca esta el detalle del box brilliant cello concertos (15 cds) : https://www.prestomusic.com/classical/products/8512699--cello-concertos
ResponderEliminarAunque es el unico lugar donde se lo adjudica , puede ser un error.Te mando otra version (esta si comprobada) https://www.mediafire.com/file/lirml8k8sxe0472/Erling_Bl%F6ndal_Bengtsson_-_Elgar_Concerto.rar/file
ResponderEliminar¿Podría pedirte un favor? En el disco Danacord con el Cello concerto por Blöndal Bengtsson que amablemente compartiste hay una Sonata Arpeggione que desconozco. ¿Serías tan amable de ofrecerla también? Gracias por anticipado.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarFaltan :Pini-Beinum. Tortelier Grooves, Orloff-Barbirolli, Veronique Desbois-Richter, Rolston-Bernardi, Rostropovich-Rachlin, Viersen- Wolff, Tsutsumi-Eiji Oue, Miyata-Dausgaard y estan todas.
ResponderEliminarY la hermosa versión de Daniel Müller-Schott con André Previn y la Orquesta Filarmónica de Oslo (Orfeo).
Eliminarhttps://www.mediafire.com/file/emi5rl0kal492ad/Elgar_-_Cello_Concerto_-_Dai_Miyata-BBC_Scottish_SO-Dausgaard.rar/file
ResponderEliminarDe nuevo darte las gracias por estos generosos aportes. Con colaboradores tan activos el blog va viento en popa.
EliminarUn beso muy grande.