Las serenatas en la época de Mozart consistían en una secuencia de movimientos cortos y melodiosos diseñados para proporcionar entretenimiento en alguna celebración, aunque en el caso de Eine Kleine Nachtmusik (que no es un título, sino una descripción de su función) se desconoce la ocasión, si la hubo. Lo que sabemos es que la composición se terminó el 10 de agosto de 1787 en Viena, en un momento en que Mozart estaba inmerso en Don Giovanni. Según el autógrafo la obra estaba destinada a un quinteto de cuerdas (violins, viola, violoncello e basso, estos dos últimos al unísono, con una octava de diferencia), pero su increíble popularidad ha conseguido un lugar en el repertorio generalista, donde la orquesta se amplía a discreción.
Eine Kleine Nachtmusik ejemplifica las principales características de la música clasicista: la claridad tanto en la forma como en las texturas predominantemente homofónicas, y un equilibrio excelso entre sus elementos contrastantes. Silueteada como una gran sinfonía pero de proporciones miniaturescas (salvo por las repeticiones), está dispuesta en cuatro movimientos (en origen eran cinco pero un segundo minueto se ha perdido) que comparten tanto la sencillez del material temático y armónico como la riqueza caleidoscópica de asociaciones de timbres y pequeñas sorpresas melódico-rítmicas.
I Allegro: Enérgica sonata en cuya exposición (cc. 1-55) los
temas están construídos por una variedad de motivos breves pero coherentes en
un sentido tonal de tensión creciente; al breve pero revirado desarrollo (cc.
56-75) le sigue una completa recapitulación (cc. 76-131) enlazada con la fanfárrica
coda (cc. 132-137).
II Romanze: El andante tripartito
en forma rondó se inicia cantando en A (cc. 1-37); el intermedio B (cc. 38-50) consta
de un tormentoso diálogo en menor entre violín y bajo sobre una base
armónica en semicorcheas regulares del segundo violín y la viola. A’ es una repetición
literal sin el tema secundario; la coda concluye con ternura en ocho compases.
III Menuetto: Al allegretto
prudente y augusto, principalmente sobre negras en métrica triple staccata (cc. 1-18), con fuertes ritmos
cruzados, le sigue un breve trío en su dominante (cc. 19-27): un legato de
corcheas que esbozan en legato un breve arco melódico del primer violín,
cromático en la personal vía mozartiana. Tras un pequeño puente (cc. 28-32) la
conclusión repite el tema del trío (cc. 32-40).
IV Allegro: Expone en varias fases el jovial tema vienés base del
libérrimo rondó (cc. 1-56); tras el cambio de tonalidad el desarrollo (cc.
57-84) establece un motivo con un acompañamiento sincopado, modulando incesante
e inesperadamente. Pasada la coherente recapitulación (cc. 85-130), chispea la
coda (cc. 131-165).
El Collegium
Aureum liderado por Franzjoseph Maier se configura en esta grabación de 1975
como un pequeño grupo (3.3.2.2. más un contrabajo) de textura sobria, abierta y contrapeada, con
velocidades mesuradas. El inquisitivo historicismo (aquí todavía experimental) nos
ha mostrado las virtudes de una ejecución donde las notas levitan más que
sostenerse, permitiendo el emerger de los gestos retóricos (como el protagonismo
de la viola en c. 6 de la romanza), si bien la emoción podría haberse cultivado
algo más. Abundan las dinámicas no prescritas pero aplastantemente lógicas. La
toma sonora de Deutsche Harmonia Mundi todavía pasma con su profundidad
espacial.
Con toda la frescura,
transparencia y levedad que condimenta el empleo de un solo instrumento por
parte, The Salomon Quartet pinta con rasgos severos las líneas, escasas de
vibrato y fraseadas ásperamente, con entonación variable. El moderador del
proyecto Christopher Hogwood propone un correcto (y nada más) minueto de uno de
los pupilos de Mozart como sustituto del original perdido entre allegro y romanza. Desconciertan el
titubeo rítmico que señala el epílogo de la exposición en el allegro (c. 51), y la diferente manera
de interpretar el trino en el intermedio menor de la romanza. Sonido
escénico, con gran apertura, compensación tonal y densidad esqueletal (L’Oiseau-Lyre,
1983).
Intencionadamente
me he centrado en las interpretaciones historicistas, posiblemente más cercanas
en intención a lo planeado por el autor. Por supuesto los grandes mitos están
ahí y conservan cierto atractivo a pesar de las décadas. Destaquemos algunos: Willem
Mengelberg, Concertgebouw Amsterdam (Pearl, 1940) genial en el arte de las
transiciones; Bruno Walter con la Columbia
Symphony Orchestra (Sony, 1958), que ignora las marcaciones dinámicas pero que
destila primorosas imitaciones en la romanza; Karl Böhm alberga la impenetrable
solidez de diseño de un Panzer, enfatizando la textura como una totalidad (Wiener
Philharmoniker, DG, 1976). Con unos tempi
más livianos Charles Mackerras ofrece una interpretación sin sorpresas,
incisiva pero no extrema, ideal para los nostálgicos de la gran tradición. A
escala, satinada y elegante, la Prague Chamber Orchestra reverbera cálidamente (Telarc,
1984).
The Drottningholm Baroque Ensemble hace honor a su nombre y barroquiza su lectura: cinco aceradas cuerdas empleando recursos dinámicos como la messa di voce, y ornamentales como los embellecimientos en las repeticiones de la línea del primer violín. Elasticidad rítmica en el impactante allegro y resplandor rústico en el minueto, donde timbre y densidad constantes salpican la ligereza de las modulaciones. Las cadencias son deliciosamente fundidas a negro (BIS, 1991).
La primera
grabación en estudio de The English Concert con su nuevo director Andrew Manze (HM,
2003) se caracteriza por las maleables
modificaciones de tempo y por la fuerte (y
necesaria) amplitud dinámica.
Los ritmos son pulcros, el estilo ágil, la articulación liviana, con ataques cortantes
e impetuosos. La matización de frases denota gran cuidado y preparación, pero
nunca se desvía hacia el manierismo: así se expresa el ostinato en oleaje
dinámico del intermedio menor de
la romanza, con verdadera
inquietud Sturm und Drang; el minueto animado y dúctil; el final
deslumbrantemente rápido, con divertidas retenciones. La configuración antifonal del
respetable contingente (6.5.3.2, más dos contrabajos) se ve
premiada por la cercana toma sonora.
Me parece
inevitable mencionar de nuevo la imaginación de Jordi Savall: otorga colorido
en las texturas, que son ejemplarmente expuestas en su zona intermedia; frasea
con sutileza y naturalidad sin desdeñar un generoso rubato, en una licencia
interpretativa que lleva a leves imprecisiones; transfiere los signos
de urgencia en la caligrafía del manuscrito a la rauda romanza,
silencia el trío al requerido sotto voce y
empuja el ritmo en los retornos del tema-rondó en el finale. La afable y sólida tímbrica de Le Concert des Nations
(5.4.4.3, más dos contrabajos) resuena por el amplio espacio, registrado algo
distante por Alia Vox en 2005.
El concepto de Patrick Cohën-Akenine se
basa en atribuir a la obra su presumible
propósito original de fondo
musical a una distinguida reunión social. Llama la atención cierta actitud
pomposa, pálidamente conservadora en gusto, donde los tempi se exponen
más lentos, el pulso más relajado, la ejecución austera y sin prisas, mitigando
el protagonismo melódico. Les Folies Francaises proponen un instrumento por
parte, con timbres tenues, incluso tristes, que se toman libertades dinámicas y
rítmicas asociadas al trazo temático. Grabación casi táctil, con las frecuencias
graves prominentes (Alpha, 2005), capaz de asombrar en los novedosos efectos de
los acordes al final de la romanza (cc. 63-64).
Thomas nos avisa de la falta de algunos archivos correspondientes a 32 Klemperer, Orchestre National de l’ORTF (Archiphon, 1956).
ResponderEliminarAquí se pueden descargar: https://mega.nz/folder/P5pCgBIA#0m6DYfcRIY0usxfd60RkCQ
Mil gracias.
Conozco todas las versiones que comentas, salvo las de Collegium Aureum, The Drottningholm Baroque Ensemble (que, en principio, me interesa mucho) y Mackerras. He descargado algunas versiones más (Malgoire, por ejemplo, a ver qué me parece). Me gustan mucho, en efecto, Manze y Savall. Gracias por los comentarios, siempre exquisitos, paladeables ("Las cadencias son deliciosamente fundidas a negro"). Gracias por todo lo demás. Saludos.
ResponderEliminarSiempre es un placer poder abrir nuevas ventanas, aunque luego el horizonte no nos guste o nos aterre.
EliminarComo siempre, tienes la virtud de convertir lo que parecía conocido en algo completamente nuevo y revelador. Gracias por tanto.
ResponderEliminarUn honor contar con vuestra apreciación, maestro.
Eliminar